Los críticos castraron la
literatura infantil; la volvieron sensiblera y tonta
Nota de: Ángel Vargas
La literatura para niños y
jóvenes debe ser parte de la literatura total y reflejar todo aquello que
sucede en la vida, sostuvo el escritor cubano Lorenzo Lunar, quien reprochó la
manera como dicho género, poco a poco, ha sido castrado hasta quedar
transformado en algo sensiblero y tonto.
Al lado de su esposa, la
también escritora cubana Rebeca Murga, el autor ofreció una charla sobre
literatura infantil y juvenil, la tarde del sábado, dentro de la cuarta Feria
del Libro Internacional de Azcapotzalco, organizada por la Brigada para Leer en
Libertad, cuyo fin tuvo lugar ayer.
Han sido los adultos, pero
lo que es peor los propios críticos literarios, quienes han determinado qué es
lo que deben leer los niños y los jóvenes, castrando esa literatura, para que
se vuelva sensiblera y tonta, y eso ha maleducado históricamente a la escritura
para ese tipo de lectores. La literatura infantil y juvenil debe ser parte de
la literatura total, general, enfatizó.
No podemos escamotearle a
los niños y jóvenes la realidad, la verdad, la vida. Son lectores que deben
saber y recibir una literatura abierta, para que crezcan libres, para que desde
muy temprana edad comiencen a leer en libertad.
De acuerdo con el escritor
–quien, al igual que su esposa, cuenta con obra en los géneros negro e infantil
y juvenil–, la infancia es una edad bella y de juego, pero no tan idílica como
se considera, pues en ella están presentes asimismo dolor y circunstancias
difíciles.
Y eso, a su decir, debe
estar también en la literatura que se escribe a los niños: No debe ser para
nada complaciente. Deben recibir literatura bella, pero también de verdad, con
la que vaya aprendiendo a vivir.
Entre otros temas, Lorenzo
Lunar se refirió a las nuevas plataformas de lectura que comienzan a predominar
en el mundo contemporáneo, y consideró que no hay motivos para hacer la
guerra a los objetos computarizados, como las tablets, kindles y
hasta celulares, como tampoco a las películas ni a los videojuegos.
Lo malo son los extremismos,
enviciarse; sentar al niño frente a la televisión o la computadora y
abandonarlos allí sólo para distraerlos. Siempre que haya una educación para
leer, no importan las maneras ni los formatos.
Por su parte, Rebeca Murga
indicó que existe una sola literatura, de la cual pueden desprenderse diversos
agregados, como literatura rosa, negra, erótica e infantil. Recalcó que, al
final, lo más importante de todo, en cada uno de esos derivados, no es el tema
tratado, sino la habilidad y el talento del escritor para contar una historia.
Tras considerar un cliché la
afirmación de que hoy día se lee menos que antes, por lo menos en la realidad
cubana, la autora habló sobre el tono que deben tener las historias para niños,
y señaló que éste puede ser cualquiera menos el de una lección escolar. Al
respecto, Lorenzo Lunar indicó que el idóneo es aquél que utilizan las abuelas
para contar cuentos, en el que prevalece amor y sabiduría.
Sobre cómo visualizan el
autor ideal para niños, los escritores isleños definieron que es como o un
caminante que de ninguna manera puede dejar los pies bien puestos sobre la
tierra y que va de los palacios a los callejones, pero con mucho talento, si
no, que ni lo intente; o bien un aventurero que sale de su casa y luego regresa
para contar lo que vio y aprendió.
Nota directa en: http://www.jornada.unam.mx/2013/05/13/cultura/a08n2cul
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